Una bacteria común que causa intoxicación alimentaria, Clostridium perfringens, ataca la unión de la zónula occludens. Este microorganismo se encuentra diseminado en el ambiente exterior y se le encuentra en la flora intestinal humana de muchos animales domésticos.
Los síntomas de las intoxicación alimentaria se caracterizan por dolor abdominal y diarrea intensos que se producen dentro de las 8h a 22h posteriores a la ingesta de alimentos contaminados con esta bacteria.
Los síntomas suelen atenuarse dentro de las 24h. La enterotoxina producida por C. perfringens es una pequeña proteína de 35kDa cuyo extremo carboxilo-terminal se une específicamente a las moléculas de claudina de la zonula occludens.
Su extremo aminoterminal forma poros dentro de la región apical de la membrana plasmática. El enlace con las claudinas impide su incorporación en las hebras de la zonula occludens y lleva a la disfunción y ruptura de la unión. La deshidratación que tiene lugar en este tipo de intoxicación alimentaria es resultado del movimiento masivo de los fluidos hacia la luz intestinal mediante la vía paracelular.
La bacteria helicobacter pylori reside en el estómago y se fija en las regiones extracelulares de las proteínas de la zonula occludens. Durante este proceso, la proteína CagA de 128 kDa, expuesta a la superficie y producida por la bacteria, se traslada del microorganismo hacia el citoplasma donde sus dianas son las proteínas ZO-1 y JAM. En consecuencia, la barrera de la zonula occludens se quiebra y su capacidad para la señalización mediada por tirosina cinasas disminuye, lo que genera reorganizaciones del citoesqueleto. La bacteria H. pylori lesiona la barrera protectora de la mucosa del estómago que puede derivar en el desarrollo de úlceras y carcinomas gástricos.
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